Febrero enamorado: Narciso

El amor propio o amor a una misma es algo fundamental para construir nuestras relaciones, de manera sana y libre.

Es este mes de febrero, al que se le dedican tantos corazones, al que llamo enamorado de sí mismo. El corazón le acompaña impasible como símbolo utilizado hasta la saciedad en esta sociedad de consumibles y de likes. Os invito a reflexionar sobre el sentido que le damos al amor, y más aún al amor propio.

Cuando nos miramos atentamente, pero ¡atentamente! Cuando nos quitamos las máscaras (si somos conscientes de que las llevamos), es posible vislumbrar el poder que tenemos, la luz que hay en nuestro interior, y en la de los demás.

Andamos autómatas, descentrados en cosas que nos absorben la energía y la alegría. Cuando estamos inmersos en una cadena de sucesos diarios de rutina, cegados por lo que hay que hacer, por lo que tenemos programado, por estar en todo a la vez. Nos preguntamos: ¿me quiero?

Se habla del empoderamiento, de buscar nuestro poder y pienso en este febrero enamorado en el mito de narciso: cuya historia describe que su apariencia física deslumbraba, en igual medida que su gran ego y vanidad. Fue presa de una maldición que le llevó a no ver nada más que a sí mismo. Tan embelesado estaba de su propio reflejo en el agua, que cayó en su imagen y se ahogó. Fruto de todo esto salió la bella flor a la que se nombró narciso. No es casual que florezca en febrero, igual que se ha instaurado celebrar el amor.

Esta narración lleva a plantearme que narciso se perdió en sí mismo, en su belleza, en el poder que ejercía sobre sus pretendientes. Parece que el castigo con su muerte se levanta como una victoria contra ese ego dominante y malicioso. Simbólicamente perece para transformarse en algo aún más bello y puro. Este viaje hacia el amor propio y verdadero, es del que quiero hablaros.

Me miro en mi reflejo

Este amor está todos los días al lado nuestro, mediante pensamientos, acciones y emociones:

Puede florecer o no, según se riegue. Todo estará en función de lo que me valore y si creo en mí. 

Es importante aportarle calor, luz y agua todo el tiempo. Para ello habrá que cuidarse con esmero, por dentro y por fuera como si fuésemos el más preciado tesoro.

Para cada persona habrá una proporción que habrá que ajustar con el autoconocimiento, consciencia y la verdad.

Es fundamental tener la certeza de lo que necesito y permitir dármelo.

Habrá que buscar espacios propios de silencio para estar con una misma y así, aprender, observar, respetar, perdonar todo lo que haya podido alcanzar esa mirada interna, llena de compasión.

Caer al agua  y abrazar mi reflejo

Afianzamos nuestra autoestima y creemos firmemente en nuestro valor interior.

Confiamos en la vida, haciéndonos responsables de ella.

Nos despojamos de todo aquello que no nos deja mostrar lo que realmente somos.

Morimos en parte o en todo lo que haya que trascender.

Emergemos de manera renovada y distinta, como el bello narciso.

Renacer con una apariencia distinta, y mejor aún con una esencia renovada llena de amor verdadero.

Es transformarse en una bella flor en febrero.