
Arte y consciencia: la primavera
La primavera llega suave, como una ensoñación. Irrumpiendo detrás de un letargo adormilado, para mostrarnos la frescura luminosa de la vida abriéndose paso. Mirémosla.
Observando cómo se ha representado la primavera a lo largo del tiempo, se repiten una serie de patrones, la mayoría de las veces viene dada por una imagen femenina que nos trae la vida, en forma de flores y juventud. Veamos tres formas que he escogido para plasmar esta estación.

Giuseppe Arcimboldo representó la obra “Primavera” (1573), en ella aparece el busto de un joven sonriente, cuya cabeza está compuesta por rosas, peonías y pensamientos, también en su cuerpo lleva iris, margaritas y coles, representando que dentro de este universo de pequeñas partes de vida, abarcamos un todo indivisible. La obra de este artista rompe con la tradición de representar a la primavera de forma femenina, para traernos y recordarnos que el símbolo de algo no tiene por qué estar representado por estereotipos de ningún tipo.
La primavera es una estación que simboliza renacimiento, renovación y crecimiento. En el ámbito espiritual, se asocia con la idea de nuevos comienzos y la oportunidad de dejar atrás lo viejo para dar paso a lo nuevo. Es un momento en el que la naturaleza esparce todo su potencial de vida, lo que puede inspirar a las personas a reflexionar sobre su propio momento vital, así como su crecimiento personal y espiritual.
Puede motivar a las personas a conectarse más profundamente con su entorno, a meditar sobre sus logros y a establecer metas que resuenen con su verdadero Ser. También es un tiempo para la gratitud, ya que la abundancia de lo que nos muestra la naturaleza nos recuerda la belleza del planeta en el que vivimos y por tanto, la importancia de cuidar nuestro mundo.
La obra de Alfons Mucha “ Primavera” (1896), es una alegoría de la primavera donde representa la figura de una mujer bajo un árbol florecido, que sostiene una lira. Es una explosión floral, delicada, suave, tierna, donde nos muestra la riqueza y el poder, los aromas, la levedad, la suavidad y la dulzura de los sonidos de la primavera.

Para representar la primavera me quedaría con este cuadro de Vincent Van Gogh de 1890 “Almendro en flor”.
Es una obra simbólica, ya que aunque aparentemente nos esté mostrando unas sencillas ramas de un árbol, el significado que encierra es mas amplio y universal. Nos hace llegar la belleza del misterio de la vida.
Vemos que tiene claras reminiscencias de grabados japoneses, de ahí su sencillez formal. Es una pintura que hace alarde del renacer y una puesta por vivir, ya que fue creada como un regalo por el nacimiento de un sobrino del artista. Plasma las flores blancas del almendro en flor. Este árbol florece en invierno, con el frío. Los azules del fondo nos transmiten el vacío que solo nos trae lo verdaderamente importante, que es: lo sencillo, frágil, sutil y bello que nace para mostrarnos la grandeza y sabiduría de la naturaleza en toda su expresión.

La primavera nos invita a una introspección, para llevarnos hacia la acción. Creando un movimiento interno que se expande hacia lo realizable, concretándolo para su manifestación última.
La conexión con la vida se hace visible y palpable. La primavera es la celebración de la vida en todas sus formas.
Los árboles se visten de flores, regenerados para mostrarnos el camino de plenitud y abundancia.
La sabia que recorre la naturaleza nos aporta claridad, luz y consciencia.