
El árbol caído
Los árboles son sabiduría e historia viva. Muchos de ellos, han permanecido a lo largo de los siglos siendo espectadores de lo que sucedía a su alrededor.
Son ojos que miran sin juicio, respiran a golpe de sol y agua, pero seguimos sin ser conscientes de lo que encierran: un poder energético y sanador.
La energía de los árboles nos ayuda a relajarnos, a tomar consciencia de la unión entre el cielo y la tierra, son los encargados de enlazar esos dos mundos. transmutan todo aquello que sería perjudicial, enviándolo hacia arriba (energía cósmica) o hacia abajo (energía telúrica). Su savia es un conductor eléctrico hacia lo que es potencialmente genuino y puro.

La ausencia
Hace poco cortaron un árbol cerca de mi casa, un gran pino carrasco, Pinus halepensis. Me invadió una gran tristeza.
No sabría deciros su edad, pero era refugio y sombra. Fueron talando sus grandes ramas y poco a poco, se desvaneció.
Donde había follaje, quedó el vacío, donde hubo presencia quedó la nada. Todo es efímero y sigue su evolución natural. En este caso fue provocada con la intención de deshacerse de lo que entorpece o molesta.
Ya no se posarán las urracas, las torcaces, ni los mirlos en sus ramas. Tendrán que ir a otro lugar a dormir o hacer sus nidos, porque la vida continúa, se abre camino y en otro lugar hallarán refugio y seguridad.
Cuando se va un ser vivo, queda el recuerdo y la forma de vida que había sido construida durante el tiempo, se desvanece como la niebla.
Los aprendizajes de la vida nos enseñan que aunque el vacío y la muerte están presentes, forman parte del proceso de nuestra existencia.
La pertenencia
En esta obra de Gustav Klimt, «El árbol de la vida» podemos ver un árbol dorado, ajeno al tiempo y al espacio. Simbolizando lo eterno e infinito, así las espirales de sus ramas nos invitan a un movimiento perpetuo.
Este árbol sostiene, unifica y nos transmite la sensación de estar inmersos en una red que nos rodea y acaricia con sus bellas ramas redondeadas. Sin cerrar el espacio de los que están sostenidos en él, dejando la libertad de atravesarlas, siendo traslúcido su mensaje de que se pertenece a algo mayor.


La conexión
Como se pone de manifiesto en la película Avatar, la conexión de las plantas y los árboles es innegable. Esa comunicación entre los árboles de un bosque, se le denominó «Wood wide web«, la red ancha de madera. Era una forma de explicar la relación que se establece entre los árboles a través de sus raíces, estas se extienden buscando otras para intercambiar nutrientes, hongos e impulsos eléctricos. De esta forma están preparados ante plagas, enfermedades o cualquier tipo de amenaza. Lo cual nos dice que la conexión de estos seres con todo el bosque es algo primordial. Hablaríamos de un organismo mayor, formado por diferentes especies de árboles que conviven, se ayudan, se acompañan.
Esa conexión, ese vínculo les hace que lo sagrado sea una extensión de cada uno de ellos, que la unidad conforma una esfera perfecta de energía sutil y poderosa. Nos hace reflexionar en que la relación y empatía entre seres nos hace fuertes, que la verdadera libertad es conformar un entramado invisible de la energía más poderosa del universo, el amor.