Terapia vibracional | Inmaculada Roldán Hueso

El sol, ese gran guía

El sol ha sido venerado, respetado y simbolizado a lo largo de la historia.

Es por ello, que se le llama astro rey.

Un tema inagotable de observación y admiración, como fuente vital de luz y calor para la vida en nuestro planeta.

La tierra se mueve a cada paso de la luz y la oscuridad que nos proporciona el sol. El tiempo viene marcado por él desde los orígenes del ser humano. Puede ofrecer vida o ausencia de ella, frío o calor, iluminación o tenebrosidad. El sol ha sido siempre un símbolo muy poderoso en diferentes culturas y religiones, representándose como divinidad, siendo adorado y venerado.

El sol también ha representado un gran reto para la ciencia, desde las teorías geocéntricas de Aristóteles y Ptolomeo, donde todo giraba alrededor de la tierra: planetas, sol y luna. La tierra era el centro del universo. Pasando por la teoría de Nicolás Copérnico, donde todos los planetas giraban alrededor del sol y este se encontraba en el centro.

Con el tiempo se ha sabido que el universo es inconmensurable y no abarca únicamente el sistema solar, por lo que ya se sabe que hay más estrellas en el universo.

La ciencia y sus imágenes

Primera imagen del sol

Esta imagen se toma en 1845 por los físicos Hippolyte Fizeau y León Foucault. Es un daguerrotipo.

En ella podemos observar la textura de la imagen, se podría pensar que es la luna. Ese paralelismo a nivel visual, que no nos confunda.

La luna brilla por el sol.

Photo ©ESA

Actividad del sol

En esta imagen se observó una ráfaga de actividad solar a mediados de diciembre de 2023. Se corresponde al plasma en la cromosfera superior del Sol a una temperatura de unos 6.000 kelvin.

El sol es magnético, no es algo inerte y estático. Está en continuo dinamismo y ebullición. Puede crear fulguraciones de su corona solar que pueden alcanzar a la tierra y afectar nuestro sistema de satélites y telecomunicaciones.
Imagen ©NOAA/Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales

Imagen ©NOAA/Instituto Cooperativo de Investigación en Ciencias Ambientales

El sol en el arte

La sinuosidad de las ondas de William Turner en«Puesta de sol escarlata»,  1840

Los artistas han pintado el sol de diferentes maneras a lo largo del tiempo, como en esta obra de Turner donde el sol es un punto.

El punto es una forma geométrica muy sencilla, que adquiere importancia por la rapidez en que lo reconoce nuestra mente. Así el punto visual de esta imagen pasa a ser lo atrayente de la lectura del paisaje, siendo símbolo por excelencia que le da brillo y narrativa a la escena.

El sol genera diferentes tonalidades en los cielos, la luz que emerge del astro nos hace ver todo lo que nos rodea. En el cuadro su resplandor en el agua devuelve ese color amarillo convertido en sinuosas ondas, porque la luz es movimiento y vibración que llega a nuestros ojos.

La sencillez de Miguel Ángel en la «Creación de los astros y las plantas», 1511

En este fresco de la Capilla Sixtina, el Sol aparece con la Luna en la creación de los astros. Dios apunta a ambas esferas para insuflarles vida, poder, energía.

El Sol aparece aquí como un círculo amarillo, un disco dorado que se torna anaranjado hacia el centro. Una forma sencilla para representar que a partir de una figura primaria, pueden surgir las más complejas cualidades.

Esta unión del Sol y la Luna, es la relación mágica que ambos astros han tenido desde el inicio de los tiempos. Cuando está uno, el otro no aparece y a la inversa. Son dos polos de un ciclo continuo en movimiento.

La expansión del Sol de Van Gogh, en «El campo cerrado con sol naciente», 1889

En este cuadro de Van Gogh, el Sol crea un halo que ocupa todo el cielo. Creando un movimiento circular y concéntrico.

Genera movimiento y expansión, irradia a su alrededor, cubriéndolo todo con pinceladas amarillas posándose en los campos, formando una dispersión que impregna toda la imagen con su radiación.

Tenemos tan incorporado la presencia del sol, que a veces no nos damos cuenta de que está, solo la falta de él haría que nuestra vida fuese un completo caos y perderíamos totalmente nuestra realidad.

El sol marca su ritmos, nos ofrece las longitudes de onda y su calor, favoreciendo la vida en todos los seres, por lo que es nuestro bien más preciado.

La conexión del ser humano con el sol viene desde la antigüedad y esa unión nos hace permanecer en la humildad y en la veneración de algo mayor y más grande.

La costumbre de tenerlo siempre, no implica el no tener que reconocer su gran poder:

la vida existe, porque él existe.

Ese olvido cotidiano, que los humanos tenemos ante la grandeza del sol y del universo, hace que se establezca una desconexión con toda esa energía superior. Lo que hace creernos que nuestro universo es lo que nos rodea, volviendo a la teoría de Ptolomeo, nos volvemos geocéntricos perdiendo nuestra capacidad de observación, de análisis y de autocrítica.

La desconexión nos vuelve más inhumanos, egoístas e inconscientes.

Mientras que la conexión y la observación desde una perspectiva superior, nos hace sentir que formamos parte de un engranaje donde todos los seres estamos conectados con el inconmensurable espacio exterior.

Hay culturas que hacen saludos al sol, en agradecimiento. Así constatan estar en un presente continuo, para hacerse cargo de lo que realmente importa, la conexión con nuestro Ser y con el universo. Formamos parte del universo.

Somos universo.

En este agradecimiento al Sol pongo algunas características que se le asocian, aunque sería incompleta la lista.

¡Tú siempre la puedes ampliar!

Lucidez

Poder

Certeza

Fuerza

Vitalidad

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