Terapia vibracional | Inmaculada Roldán Hueso

Los surcos. Las huellas. La resiliencia.

El paso del tiempo parece hacer surcos en cada persona. Como un río que va modelando en su camino las piedras, así se van quedando nuestras vivencias, experiencias, traumas, encuentros y desencuentros en este fluir de la vida.

Los traumas, sobre todo en la infancia, son comunes en casi todas las personas. El rechazo, el sentirse abandonado, las tragedias, los abusos, y un sin fin de situaciones nos han dejado huella y han hecho mella en nuestra manera de ser.

Cada persona ante estas situaciones ha construido un sistema de defensa particular y único. Es una estructura que construimos para que no nos afecte determinadas situaciones, que nos podrían llevar a ese momento difícil y trágico que sentimos en un momento dado de nuestro pasado. Esto es lo que llamo la huella. Esta es una mueca en nuestro inconsciente que puede surgir en determinados momentos y que a toda costa intentamos evitar, ocultar, y en definitiva no queremos mirar esa huella.

La resiliencia es la capacidad para adaptarse y superar la adversidad en situaciones dramáticas y adversas. Pero puede ser una huida hacia adelante, o una negación de lo que ha pasado y actuar como si realmente no hubiese sucedido nada.

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Podemos querer mirar esas huellas, con curiosidad o miedo, con valentía o con negación.

Podemos estar hablando de la persona que se queda estancada y sufre, siendo víctima permanente de todo lo que sucede. Por lo que hay muchas formas de llevar esa huella.
¿Podemos superar esos impedimentos, para poder mirarlas?
Todo depende de lo que estemos dispuestos a mirar y de nuestro nivel de consciencia.

Hay muchos tipos de terapias para poder enfrentarnos a nuestras sombras, y así poder acariciar esas huellas, que forman parte de lo que somos. Hay algunas terapias que nos ayudan a poder mirarlas y así tener una visión completa de nosotros mismos.

Siempre que queramos mirar nuestras sombras, aceptarlas y amarnos como somos, podremos avanzar hacia la plenitud.

Esas huellas nos recuerdan quienes fuimos, qué es lo que nos pasó, pero nada más y nada menos, es así y no se puede cambiar.

Muchas personas son incapaces de enfrentarse a eso de manera consciente, porque la huella es muy profunda y la han ocultado con el paso del tiempo.

El fluir es una forma de vivir. Para ello hay una toma de consciencia de lo que es tu vida, es estar presente en cada momento saboreando lo que cada instante trae consigo. Para ello debemos desprendernos del ruido interno y externo. El ruido interno mental es saber que los pensamientos y su energía son muy poderosos, es saber aprovecharlos para llevarlos al momento presente, para poder dar paso a la creatividad y así dar forma a lo que queremos realmente. Ser conscientes del ruido exterior, es saber desprendernos de aquello que no nos sirve para una vida plena, lo que nos rodea y nos influye de manera no armoniosa, ya sean personas, situaciones, trabajos, patrones mentales.

Fluir es ver con otros ojos la vida, con desapego y poniendo el foco en el propio sentir de cada uno, sabiendo que lo que se hace y se siente está conforme con lo que uno Es.

Para ello cada persona deberá saber su intención y propósito para evolucionar en este fluir de la vida.

Aquello que no nos deja fluir, nos estanca y no deja que nuestra energía se muestre como debiera. La energía es movimiento, es puro ritmo como el que hay en la naturaleza y de la que formamos parte. Latimos con un pulso orgánico continuo, si ese pulso se para, se produce un bloqueo que puede llegar a desestabilizarnos, entrando en la frustración y desesperanza, llegando a sentir un gran vacío.

En terapia vibracional, se utiliza la vibración para poder desbloquear esas huellas y poder sanarlas de manera inconsciente. La persona no tiene por qué tener presente en la sesión un trauma concreto, porque seguramente lo tendrá oculto y tapado con su sistema defensivo. Lo único importante es su intención de sanar aquello que le impide estar en armonía, y eso la persona sí lo sabe. Y es por esto que busca caminos para poder liberarse.

Debemos pensar que todo está en continuo cambio. Todo está en evolución.

Así que si nos lo proponemos podemos sanar nuestras heridas, siempre desde el amor hacia uno mismo, despertando a una evolución consciente.

Para que se produzca ese cambio deberíamos:

  • Querer buscar en nuestro interior.
  • Querer abrazar nuestras sombras consciente o inconscientemente.
  • Desbloquear nudos energéticos producidos por vivencias traumáticas, que nos hagan iniciar un trabajo interior consciente.
  • Soltar apegos a viejas creencias o maneras de funcionar.
  • Confiar en nuestro poder interno.

En definitiva, os propongo vaciarse de aquello que nos está impidiendo evolucionar y estar en conexión con nuestra esencia, con nuestro Ser. Para ello os invito a que probéis la terapia vibracional y que podáis experimentar los beneficios que nos ofrece. Porque es una manera de entender que el río de la vida nos ofrece experiencias para poder transmutar la huella, sanando esas heridas entraremos en un estado de autenticidad y paz.

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