Terapia vibracional | Inmaculada Roldán Hueso

Somos campos energéticos

Somos campos energéticos andantes, colisionamos unos con otros, sin apenas darnos cuenta.

Acostumbramos a ver el mundo, pero no a sentirlo. Solo existe lo que podemos ver y tocar. Nada hemos aprendido de aquello que no podemos palpar con nuestras manos y que está fuera del alcance de nuestra mente.

La energía fluye, se expande, y conecta con nuestros pensamientos, nuestro corazón, nuestra mente, nuestro espíritu. Somos vibración y energía creando melodías diarias que no escuchamos. Lo que da lugar a una infinidad de seres, construyendo un organigrama etéreo difícil de controlar.

Los campos energéticos ayudan a entendernos con los espacios que nos rodean, con las personas, con cualquier cosa que tenga vibración, que es todo. No somos conscientes de que vibramos con determinadas personas, con determinados ambientes, que nos fundimos en lo invisible constantemente. No hay separación posible, se crean lazos invisibles que irremediablemente nos asocian.

Cuando nos exponemos a la sucesión de campos que están a nuestro alrededor, vemos que ellos nos afectan y a la vez influir en aquellos que nos rodean. Esta interacción es trascendente y muy poderosa, ya que la energía nos transforma.

Es por ello que somos afines y estamos a gusto con determinadas personas, pero en cambio, salimos agotadas al encontrarnos con otras. Se podría decir, que nos quitan la energía, nos debilitan o entristecen.

También percibimos que otras personas nos alegran el día, estar con ellas es fácil y no solo por su conversación, sino que es su presencia energética la que nos atrae.

Hablando de los lugares, hay espacios que invitan al recogimiento, a la elevación de la energía. Estos centros nos aportan calma, paz, discernimiento y apertura del corazón. Se podría decir que nos llenan de plenitud, paz, sentimos una armonía indescriptible. Estos centros suelen ser: iglesias, mezquitas, sinagogas, templos. Son habitáculos destinados, desde hace siglos, para que el ser humano se reúna en conjunto, para un bien mayor, y así establecer una conexión con una energía superior en todos los casos.

Pero en cambio, hay lugares donde experimentamos aturdimiento, descompensación, desequilibrio. Espacios donde la energía es diferente, de una vibración menor. En esos casos notaremos: pesadez, aturdimiento, falta de concentración, ansiedad, crispación. Estos lugares pueden ser: centros comerciales, supermercados, aeropuertos, metros, sitios de paso donde las personas se reúnen sin reunirse, sin ninguna intención de conexión, prima más lo individual, lo pragmático, comercial, la prisa, lo útil o lo inmediato.

La geobiología nos aporta información de como nos afecta la energía que emana de la tierra, y que por tanto explica la localización privilegiada de diferentes enclaves a lo largo del tiempo en diferentes culturas. Así como la energía telúrica afecta a la situación de una casa, o en el cultivo de un campo, y hay multitud de estudios para dar cabida a la radiestesia, como herramienta para conocer las corrientes electromagnéticas que nos afectan e influyen.

La energía cósmica, también viene a saludarnos, porque al igual que la tierra emana, el universo le acompaña en ese fluido constante. Por lo que estamos rodeados constantemente de toda esa avalancha de campos de energía de la que emana de abajo y la que viene de arriba. El equilibrio entre ambas sería lo más idóneo y saludable.

Para equilibrar nuestro cuerpo físico y nuestros cuerpos energéticos, es muy muy importante cuidarlos para nuestro bienestar.

Para que todo esto no nos afecte de manera perjudicial, debemos observarnos y entender en cada caso como nos afectan las conexiones tanto con las personas, como con los espacios. Podemos hacer estos pasos, para detectarlos:

1) Observación:

Lo primero sería darse cuenta de cómo nos afectan estos campos de energía, para ello sería discernir, poner consciencia de manera continua en nuestro día a día.

2) Dónde:

Detectar qué espacio es.

¿Qué me ocurre cuando estoy en algún lugar determinado? ¿Cómo me siento?

Una vez localizado, saber que cuando tenga que volver a ese lugar, debería estar preparada para el impacto. Para ello subir vibración previamente y realizar una protección energética.

3) Quienes:

Diferenciación, sin juicio de quiénes me afectan de una u otra manera. Una vez detectado, es aplicar recursos para que esas personas no te afecten. Sería recomendable protección energética y para ello, lo mejor es subir tu propia vibración.

4) Estado:

¿Cómo estoy en ese momento? Es fundamental saber en qué vibración estoy en ese momento, para entender si es por falta de energía propia y de esa forma restaurarla.

Cuando la vibración nos afecta, podemos utilizar diferentes recursos que están a nuestro alcance para poder equilibrar y subir nuestra energía. Los Cuencos Tibetanos son idóneos para ello, porque su vibración nos hace llegar de manera armoniosa y por expansión, su capacidad de equilibrarse con ellos. Esto se debe a la ley de resonancia, actuando en diferentes estadios y niveles de manera inconsciente.

La terapia vibracional está preparada para poder equilibrar nuestra aura, y así poder permitirnos entrar en conexión con vibraciones más altas, evitando bloqueos y liberando densidades que nos pueden llegar a afectar y enfermar.

Vibra en consciencia, ¡Vibra alto!

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